El secarral

Autoracing árido, irreverente, políticamente incorrecto, espinoso... y sincero

jueves, 21 de enero de 2010

De jíbaros y otras chanzas


Scottsdale, Arizona.- Quince minutos, ese es el tiempo que se debe mantener sumergida la cabeza de un enemigo en agua hirviendo.

No, no les estoy alentando a tratar así a sus detractores, aunque a muchos les gustaría llevarlo a la práctica con determinada gente. Quien lo hace así son los miembros de una tribu peruana, los Shuar, conocidos coloquialmente en el mundo supuestamente civilizado como jíbaros, residentes entre los ríos Chinchipe y Pastaza. Son unos elementos bastante belicosos y andan guerreando con sus vecinos tres cuartas partes de sus vidas.

Estos jíbaros son conocidos mundialmente porque realizan una práctica curiosa, la reducción de cabezas. Dicha costumbre es más una ceremonia religiosa que un simple capricho, pues entre ellos existe la creencia de que si no lo hacen cuando matan a un rival, el espíritu de éste, el muisak, volvería para vengarse por la pérdida del cuerpo que le daba asilo. Con la ceremonia de reducción de la cabeza, el vencedor se asegura que el muisak no abandonará la testera del vencido.

La práctica en si, consiste en cortarle la cabeza al enemigo derrotado. Sin cumplir este primer paso poco podremos hacer. Con un utensilio cortante, efectuaremos un corte longitudinal desde la nuca hasta el cuello, sacando del “recipiente” el cráneo, los ojos y el cerebro, quedando en el interior de la cabeza solamente el espíritu del guerrero.

A continuación, introducimos la cabeza en un puchero con agua hirviendo (la del muerto, no la nuestra, se entiende). Para que el resultado sea óptimo y la cabeza mantenga su pelo, añadiremos jugo de liana al agua. Solo dejaremos quince minutos la cabeza sumergida, pues si la dejamos más tiempo, se ablandaría demasiado y se pudriría. En este momento, la cabeza ya se ha reducido un cincuenta por cien.

Ahora es el momento de ponerla al sol, y una vez seca, rasparemos el interior quitando cualquier trocito de carne o cerebro para evitar el mal olor. El siguiente paso es untar la cabecita con aceite de carapa, por el interior y el exterior, cosiendo luego la boca, los ojos y el corte que hicimos en la nuca.

Ya casi terminamos. Meteremos dentro de la cabeza una piedra o arena y la colgaremos sobre el fuego para que se seque lentamente con el humo, proceso este en el que termina por reducirse la cabeza. Sacamos la arena o piedra y listo, ¡ya tenemos nuestra cabecita reducida!

Y todo este rollo viene a colación debido a la cacareada y supuesta magnífica preparación física que los pilotos de F1 deben tener para no morir en el intento.


Un médico de un ex-equipo de F1 decía que a los pilotos de F1 se les puede asimilar con esquiadores de fondo o ciclistas, pues los aportes necesarios para desarrollar su función, físicos y mentales, han de ser exactamente iguales, es decir, que una magnífica forma física de nada serviría al individuo que no tuviese la fortaleza mental suficiente para mantener la concentración máxima durante una hora y media.

Sometiendo a un hombre normal a la prueba del VO2 max, es decir, el máximo volumen de oxígeno en sangre que nuestro organismo puede transportar y metabolizar, la medida obtenida sería 4 ml/kg/minuto. Un futbolista se situaría en 63, y un piloto de F1 rondaría los 75ml/kg/minuto, similar a un corredor de maratón.

Pero una de las partes que más ejercitan en el gimnasio los pilotos de F1 es el cuello, trabajo ineludible para soportar las cuatro “G” de fuerza centrífuga. Los 6 kg que pesan cabeza y casco se traducirían en casi 25 kilogramos, peso que deben soportar cada pocos segundos, vuelta tras vuelta, durante una hora y media. Las piernas deben tener también un entrenamiento específico, pues la frenada anterior a una curva es la equivalente a desplazar una masa de 80 kilogramos, curva tras curva, durante una hora y media.



El trabajo anaeróbico modelo de un piloto de F1 consiste en unas dos horas en el gimnasio, fortaleciendo todos y cada uno de los grupos musculares, haciendo siempre especial hincapié en el cuello. Al tener que trabajar también la resistencia (el fondo), los pilotos realizan ejercicio de natación, ciclismo o carrera continua durante otras dos horas diarias. Total, cuatro horas de entrenamiento por jornada.

Este entrenamiento aeróbico es necesario para mantener operativo el corazón a altas pulsaciones, pues hay carreras en la que los pilotos superan los doscientos latidos por minuto, aunque lo normal es que ronden la media de ciento cincuenta pulsaciones en carrera, cifra esta que se eleva a ciento ochenta en determinadas carreras con particulares circunstancias.

¿Por qué late tan rápido el cerebro de un tipo que está sentado en un asiento hecho a medida? Además del trabajo puramente físico, el cerebro trabaja a destajo durante noventa minutos, debiendo analizar y registrar miles de datos instantáneamente, al objeto de trazar cada curva milimétricamente, no errar ningún cambio, frenar exactamente en el lugar indicado en cada curva, ni un metro antes ni después, tener controlado el estado del vehículo, rodar pegado a otro piloto, o tener en cuenta que tiene que parar en boxes dos vueltas después. No hay un momento de descanso. Al comienzo de una carrera, el corazón es cuando está expuesto a un trabajo más intenso, pues la situación de la carrera, al ir todos los coches juntos, hace que el nivel de concentración sea máximo. El pulso pasa de doscientas pulsaciones. Al final de la carrera, el trabajo físico viene siendo el mismo que al principio, pero las pulsaciones han bajado a unos ciento veinte latidos, esto es debido a que el cerebro no podría trabajar al ritmo del principio de la carrera durante los noventa minutos.

Este es, a grandes rasgos, el nivel de exigencia física y mental de un piloto de F1. Pero todos hemos visto a un Juan Pablo Montoya que en carrera peleaba por las victorias, y que cuando salía del monoplaza mostraba su barriga cervecera sin rubor y unas mantecas generalizadas en toda su esbelta figura (nada que ver a como le vemos ahora en la Nascar), lo que indicaba que el entrenamiento aeróbico no lo hacía conforme a los usos que proclaman los médicos. 15 Kilogramos de más. Y la pregunta es ¿se puede ser competitivo sin realizar esta locura de entrenamientos diarios? Montoya lo era, y le gustaba más jugar al tenis que correr. Que se lo digan a Pedro de la Rosa.

¿Y no será que esos enormes cuellos que tienen algunos de los pilotos de F1 se deben a que les ha dado tanto el sol en su cabeza embutida en el casco, que ha terminado ésta por reducirse al estilo jíbaro, pareciendo el cuello más grueso de lo que en realidad es?


15 comentarios:

  1. jejejejee, no me esperaba el final! en mi condominio hay un gato que todas las noches viene y destruye las bolsas de basura, que gran idea me has dado! voy a guardarle el espíritu en la cabecita al pendejo!

    la concentración es unfactor clave, mira solo como es el tiempo de reacción: en una personal común es de 0,5 segundos, y en un piloto de carreras de 0,1 seg.

    y lo más impresionante es que no hay control anti-dopping en la F1, con la cantidad de vasofdilatadores cerebrales, anfetaminas sintéticas, y metilfedinatos para aumentar la concentración que hay disponibles actualmente

    no me extrañaria que si hiciéramos un control sorpresa, todos los pilotos del grid hubieran tomado algo

    ResponderEliminar
  2. Luis, tú eres médico ¿se puede llegar a "entrenar" el tiempo de reacción? Lo que queda medianamente claro es que la buena salud cerebral del piloto es determinante y decisiva en su desempeño final en pista. La forma física es otra historia. Yo tengo primos que son unos zoquetes físicos y se morirán con 50 años por un infarto, pero hay cosas que pueden hacer que yo ni me planteo hacer con mi cuerpo.

    ResponderEliminar
  3. si Martín, el tiempo de reacción es práctica. en el caso de los pilotos de carrera son años de práctica, lo que explica el incremento del 400% en su rapidez de reacción.

    la buena forma física es desiciva a la mejora de la reacción, concentración y desempeño cerebral.

    habia en los ochenta la leyenda de que a todos los pilotos les daban un poco de cocaína al inicio de la largada, una gran mentira, pues el nivel de adrenalismo generado por la droga disminuye la concentración del piloto

    ResponderEliminar
  4. jajajajaja ese del final es el mismo frenandito, que de tanto pegarle el sol en el cabezón, se ha quedado así.

    Frenando, dejate el pelo largo y bigotillo que te quedan bien

    ResponderEliminar
  5. mi opinion es q los pilotos f1 estan supervalorados y no es necesario estar como un toro pa conducir un coche. todo esto son filisofias baratas para justificar sus altos sueldos

    Buan articulo

    Pet86

    ResponderEliminar
  6. ¿Y estos jíbaros son caníbales como los pilotos de F1?

    ResponderEliminar
  7. Muy bueno Martín, un placer leerte como siempre.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  8. Pet86: Coincido contigo en la sobrevaloración de los pilotos F1, y el ponerlos como superhombres es otra forma de aobrevalorarlos, aparte de la económica.

    Pilotos como Buemi, Vettel, Massa, Grossjean, Alguersuari o di Grassi son lo que en mi barrio llamaban unos "mindundis" que no tienen ni media, muy lejos de atletas como Button o Webber.

    Sete: No sé si estos jíbaros eran caníbales, pero puede ser, pues era relativamente frecuente el descubrimiento de tribus antropófagas por los antiguos conquistadores españoles. ¿Y por qué dices que los pilotos F1 son antropófagos?

    Lo más parecido a la antropofagia va a ser lo que van a practicar Schumacher y Hamilton con Button y Nico Rosberg... ah, y atentos a Kobayashi y Pedro ¿quién será el antropófago?

    Mikel: Gracias ;)

    Un saludo a todos

    ResponderEliminar
  9. Buen artículo, aunque defiendo lo que dice un anónimo, de que no es necesario estar como un toro para conducir un F1.
    Por ejemplo, en la F1 Boat, la Fórmula 1 del agua, el actual campeón Guido Capellini ya tiene una edad avanzada y su condición física se puede decir que es flojilla...Sin embargo, en la F1 Boat se llegan a alcanzar las 6 G, ya que pasan por las bollas a 150 Km/h y con el pie en la tabla.

    Os recomiendo ver alguna carrera, siempre son muy espectaculares e inciertas hasta el final

    Un saludo :D

    ResponderEliminar
  10. Cierto, Pereira, y el ejemplo del post creo que es bueno, Juan Pablo Montoya. No digo que no hiciese algo de ejercicio, pero seguro que en su época de F1 no se lo tomaba igual de serio que en la Nascar, donde se le ve mucho más fino.

    ResponderEliminar
  11. Gran artículo Martín..

    Y bueno es cierto, a veces no se necesita estar de la mejor forma posible, como para debatirse con los que sí.. Miremos al reciente ganador del DAKAR, sainz, no es el tipo esbelto, sin embargo logró imponerse a la resistencia y el calor.

    El caso de Juan Pablo es muy lógico, pasar de un corto calendario, a uno de 36 carreras, que comprende practicas con dos y hasta tres días de anticipación, más las jornadas extracurriculares de Test, hacen gran efecto en la barriga de cualquier camionero...

    ResponderEliminar
  12. no, por lo que ví en un documental (que la verdad tiene menos credibilidad que la que cotidianamente se le concede) los Shuar no son caníbales

    solo hacen souvenirs con el enemigo, no buffet.

    ResponderEliminar
  13. Gran y didáctico artículo. ¿La última pregunta va por alguien en concreto? Hehehe...

    ResponderEliminar