El secarral

Autoracing árido, irreverente, políticamente incorrecto, espinoso... y sincero

sábado, 2 de octubre de 2010

El “Interceptor” de Mad Max

© Kennedy Miller Productions

¿Recuerdan al que era el “último de los V8”, en la película Mad Max? Pues las vicisitudes del coche original han sido muchas para llegar a reposar sus huesitos en un museo en la Gran Bretaña, el Cars of the Stars

El coche de la película no es el de la foto del inicio de esta entrada, sino el de la siguiente fotografía:.


© Kennedy Miller Productions

El modelo de calle era un Ford Falcon XB GT de 1973, modelo especial que solo se vendió en australia y del que no se fabricaron más que 1000 coches. Este es el aspecto original:

© Ford www.ford.com
Muy diferente ¿verdad? Pues no tanto, porque lo que le hicieron al interceptor fue un pequeño lavado de cara, basado en la sustitución total del morro por uno de líneas más agresivas, que pierden la apariencia de niño bueno de un coche de faros redondos (el resto de los interceptores de la película eran también Falcon pero con el morro casi original).

Se le montaron unos neumáticos de aspecto mucho más deportivo y dos semi-discretos alerones, uno en el techo y otro en el portón. De esta forma, las formas aerodinámicas no sufrieron demasiadas variaciones (de acuerdo a las modas de la época), y a los citados alerones se les sumó un vistoso, pero también discreto spoiler delantero que le dio una apariencia definitivamente deportiva al modelo de calle, que era lo que usaba su mecánico-preparador, Murray Smith, propietario inicial del coche, que fue contratado para darle el toque definitivo y cuidarlo durante la película, allá por 1979.

A las modificaciones referidas, se le sumaron un par de efectos visuales o “macarradas”, como eran los tubos de escape laterales (cuatro a cada lado pero que solo la mitad echaban humo) y un compresor que destacaba especialmente encima del capó. Dicho aparato no era en realidad lo que decía ser, sino un compresor mecánico (supercargador) Weiand 6-71, y no servía para nada, pues aunque giraba, se trataba de un dispositivo acoplado al cigüeñal, y la función duplicadora de potencia era un mero efecto de ilusión peliculera, es decir un adorno.

Una suspensión trasera más alta y una efectista pintura negra, que le daba el toque definitivo de auto misterioso, terminaba por definir el tuneo al que se sometió al Falcon.

© Kennedy Miller Productions
Terminó la primera película y lo envejecieron para sus apariciones fugaces en la segunda parte de la saga, donde quedaba destrozado (una copia del original) en un aparatoso accidente. A partir de ahí, el futuro del “último de los V8” era el desguace, de donde fue rescatado por el chatarrero Ray Evans, que lo vendió a Bob Fursenko, que decidió restaurarlo completamente para convertirlo en el coche que fue, pues de garaje en garaje iba perdiendo piezas que de seguro adornan ahora la cochera de algún nostágico australiano. Al señor Fursenko la gracia le costó cerca de 18.000 euros de la época.

El coche reposó hasta 1993 en el National Motor Museum, en Birwood (South Australia), donde era una de las máximas atracciones de la exposición, hasta que un excéntrico “devorador” de automóviles, Peter Nelson, se fijó en el vehículo. Fueron muchas negociaciones y cartas las que mandó para hacerse con el vehículo para su museo británico, pero finalmente, las autoridades australianas y él, llegaron a un acuerdo (se desconoce la suma que pagó por el interceptor), y el coche duerme tranquilo desde entonces en el museo de Keswick.

© Javier Costas www.carsofthestars.com
Motor: Ford Cleveland 5.763 cc V8 a 90º
Potencia máxima: 300 caballos a 5.400 rpm
Par motor: 515 Nm a 3.400 rpm
Cambio: Manual de 4 marchas
Acelaración: 0-100 en 8,1 segundos
Velocidad: 193 Km/h

1 comentario:

  1. Curiosa historia con final feliz: coche que es estrella de cine es abandonado, siendo parcialmente desguazado en varios talleres hasta que acaba siendo objeto de museo: parece un guión para una peli de Disney.

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